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lunes 24 de marzo del 2025

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Vocación y Entrega al Sacerdocio

Gino Roggetti: El Camino de la Vocación

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Con gratificación, dialogamos con Gino Roggetti, quien está a punto de dar un gran paso en su carrera sacerdotal con su próxima admisión a las Sagradas Órdenes.

¿Cómo y cuándo descubriste que Dios te llamaba al sacerdocio? En este sentido, y a modo de reseña ¿Nos podrías contar respecto al camino recorrido y construido durante tu proceso de formación y enriquecimiento vocacional?

          Es una alegría compartir nuevamente en el diario y con gusto les cuento un poco de mi historia. Espero ser más breve, la vez anterior que fui algo extenso. Descubrir la vocación sacerdotal fue algo extraño, me parece que todos nos damos cuenta de que somos pocos los que decidimos tomar este camino. Por eso me resulto raro, pero no por eso menos emocionante y plenificante.

          El recorrido de la vocación ciertamente nace ante todo en el ser cristiano, que se da desde el bautismo, y la vida que uno va viviendo en y con Dios. Primero somos creyentes, personas que confiamos en Dios y a Él entregamos nuestra vida; nada de lo que hacemos ahora sucede si primero no estamos viviendo con y para Él.

A lo largo de mi historia de fe he compartido varias experiencias, como retiros, encuentros, ratos de oración, colectas de Cáritas, misiones. La verdad, bastantes cosas, y eso me fue cautivando mucho el corazón. Sobre todo me motivaba ver cómo Dios actuaba llenando mi vida, y lo que también hace en el corazón de los demás, particularmente en la vida de quienes están solos, descartados, olvidados, ninguneados, rotos. Estas experiencias me hicieron preguntarme -entre los 16 y 18 años- qué quería estudiar para poder gastar mi vida en serio, y si bien hubo algunas carreras que me llamaban la atención, el ayudar a los demás llevando a Dios para que plenifique su vida me cautivo de tal manera que, después de discernirlo con algunos amigos curas y con Dios mismo, decidí comenzar la formación sacerdotal.

          Estos años en el Seminario, que queda en Mercedes (Provincia de Buenos Aires, a unos 470km de Chaves), han sido hermosos. Me he encontrado con muchos chicos que quieren vivir la vida de Dios en profundidad, sirviendo a los demás, sin aislarse del mundo sino metidos para ayudar, como lo hizo Jesús. Puedo decir que han sido años de encontrarme con una familia que apuesta lo más sagrado que cada uno tiene, la propia vida, poniendo el cuero para estar disponibles al otro. No tengo dudas que tironea y mucho para también dejar todo por este camino. Desde que ingresé en el año 2020 siento una alegría inmensa, es la tranquilidad y la paz de saber que estoy donde tengo que estar y haciendo lo que tengo que hacer, no por una obligación sino por querer donarme a los demás. Y creo que así quiero vivir mi vida como cura si Dios me lo permite, siendo hermano y compañero de camino de los demás, llevando a Dios que quiere acompañar sin juzgar ni condenar sino amando a los demás como estén y como sean.

  Tenemos conocimiento que este 13 de Julio sería tu admisión a las Sagradas Órdenes, ¿Cómo te estás preparando para ese importante paso, y que significa, desde lo personal, este reconocimiento a la vocación?

          Si, junto con mi compañero de curso Nicolás Fernández de Coronel Dorrego, vamos a ser admitidos el sábado 13 de Julio a las 19hs en la Parroquia de Chaves. Ante todo, siento muchísima alegría y confianza, experimento que estos años pasaron muy rápido, pero que igualmente Dios pasó y sigue pasando. Fueron años de crecimiento y no tengo duda que seguirán siendo así.

          Este paso es el más importante antes de la ordenación, y por eso genera muchas emociones. Me estoy preparando con el camino recorrido: me tranquiliza que este paso no está suelto, sino que es signo de un camino ya andado -como les decía antes- con muchos hermanos y con Dios. Entonces, sé que es un paso validado por lo que ya venimos haciendo con Nico y nos llena de alegría, porque en nuestro andar y compartir la Iglesia -en la figura del Obispo, los formadores, los compañeros, la gente que está en las parroquias con nosotros el día a día en las distintas actividades- reconoce que, a nuestra manera y como podemos, le estamos poniendo el corazón a esto. Es algo muy lindo: lo que hasta ahora es un “sí” nuestro se hace un “sí” de la Iglesia, y eso nos llena de confianza y motivación.

  Siguiendo la línea de la pregunta anterior, ¿Quién puede recibir el Orden Sagrado, y en qué consiste el rito de admisión?

          El Orden Sagrado lo reciben quienes se estén preparando para algún servicio especial en la Iglesia como son los Obispos, Sacerdotes o Diáconos. Nosotros, con Nicolás, estamos en el quinto año del Seminario formándonos para ser sacerdotes. Entonces, la Iglesia, por medio de las personas que les mencionaba antes, puede dar fe que nos conoce, que sabe nuestras inquietudes, deseos, alegrías, tristezas… y al conocernos asiente que el camino que estamos haciendo va en serio y que queremos seguir formándonos para ser curas el día de mañana.

          El rito consiste en un asentir nuestro y un asentir de la Iglesia. De parte nuestra seguir diciendo sí con más firmeza, porque al pasar el tiempo sabemos de qué se trata esto, cuáles son los desafíos, dónde tenemos que poner más énfasis para servir. Decimos que sí a lo que estamos haciendo de un modo más fuerte, aunque el sí es en el día a día. Por otro lado, de parte de la Iglesia, mediante el rito de la admisión a las Sagradas Órdenes se confirma lo que nosotros le manifestamos, recibe nuestro sí y viendo cómo venimos nos responde recibiéndonos como candidatos al sacerdocio.

  Desde una mirada social, muchas veces parece que el Sacerdocio sea algo reservado a personas extraordinarias, ¿Consideras que falta naturalidad al plantearse esta vocación? En este sentido, ¿Qué le dirías a la persona que esté planteándose el Sacerdocio?

          Es verdad que las primeras impresiones son esas, a mí también me pasó. Creo que en general influye el modo de vivir que durante mucho tiempo hubo en la Iglesia y a la cual apostaban los curas; hoy creo que ha cambiado, o muchos han apostado a vivir distinto, y celebro eso. Porque ante todo somos personas como cualquiera que quieren brindar una ayuda especial a la comunidad y tratamos de hacerlo con naturalidad y sin buscar ser “bichos raros” ni reyes, sino personas que viven como uno más del pueblo y quieren brindarse a la sociedad. Ese es el objetivo que me propuse y sé que es el objetivo de muchos de mis compañeros: no ser lejanos ni inalcanzables. Además, creo que sería negar los principios y valores que inculcaron en mi familia, por eso intentamos ser ante todo humildes y compañeros de camino con los que nos encontremos.

          No creo que falte naturalidad para plantearse la vocación sacerdotal. Sucede que esto en muchas ocasiones crece por atracción, si no somos atrayentes por nuestro testimonio, nuestras aspiraciones, nuestras opciones… es claro que nadie se va a plantear la posibilidad de ser sacerdote. Y yo celebro de que no se lo planteen frente a estos ejemplos que en definitiva no construyen y no reflejan el Evangelio de Jesús. Me parece que ante todo la falta de vocaciones nos interpela como Iglesia para ver qué testimonio damos y a qué cosas damos valor.

          Para quien se pueda llegar a plantear el sacerdocio, yo le comento lo mismo que me dijeron a mí: sean naturales, gente sencilla y como fueron siempre, no es convertirse en algo raro. Busquen ante todo ser testigos del paso de Dios en su vida y en la de los demás, y compartan desde donde les toque cómo es Dios, que ante todo es amor y compasión para con todos. Es un llamado para todo cristiano y que el sacerdote intenta vivirlo desde la dedicación total de su tiempo y vida, sean para los demás y pregúntense ante todo por el servicio que se puede brindar, los creyentes debemos ser personas que nos conozcan en el pueblo por la disponibilidad y la ayuda, más que por ser aburridos y raros. Por último, no dejen de tener experiencias de encuentro y ayuda, estar con los demás, escucharlos, atenderlos es vital para preguntarse qué hacer en la vida, desde el sacerdocio hasta cualquier profesión que puedan optar.

¿Cómo se puede fomentar una mayor conciencia y aprecio por la vocación sacerdotal, especialmente entre los jóvenes?

          Brevemente repito lo mencionado antes: siendo personas que muestren realmente lo que creemos. Nos puede pasar como Iglesia (que somos todos, no solo los curas) ser amargados, juzgadores, cerrados, poco dialogantes y hasta en ocasiones violentos. En ese caso, nadie va a querer ingresar al Seminario o dedicar su vida al servicio a los demás desde la Iglesia. Nos interpela a todos, sacerdotes y laicos, a todos los grupos que formamos parte, mostrar la imagen de un Dios que se hace compañero de camino, consuelo para los que la pasan mal, cercano a los pobres y olvidados, compasivo con los descartados de la sociedad de hace 2000 años y también la de hoy. En la medida que podamos convencernos de esto seremos justamente más auténticos con nuestra fe, y no solo promoveremos la vocación sacerdotal sino también un estilo de vida parecido al de Jesús que es digno de imitar para todos, y no por eso menos difícil.

¿Algún mensaje que desees agregar?

          Primero, agradecerles la invitación para contarles un poco de esta noticia y sobre lo que es la formación sacerdotal; lo valoro mucho porque sé que a veces resulta un poco desconocido y estas cuestiones nos ayudan a hacernos ver.

Simplemente quisiera compartirles un deseo y un pedido, que vienen de la mano y se complementan. Les pido que recen por nosotros, para que no nos la creamos, para que seamos humildes, para que seamos testigos del Buen Dios que no juzga, sino que perdona, acompaña y ayuda a cambiar la vida. También para que seamos compañeros de camino estando cerca, disponibles y escuchando, que esto sea siempre nuestro horizonte y sea también el modo de encarar el sacerdocio, este es mi deseo y a la vez el pedido de oración para que seamos fieles a lo que Dios nos pida.

          Por último, agradecer siempre la cercanía de muchas personas del pueblo, el afecto, tanto de quienes asisten a la Iglesia como de los que no. Con muchos nos hemos encontrado e inclusive hemos compartido actividades o charlas, y creo que en eso consiste la fe y el quehacer de la sociedad, no tanto dividirnos y cuestionarnos sino trabajar juntos. Los invitamos a todos a compartir la celebración de la Admisión a las Sagradas Órdenes, el sábado 13 de Julio a las 19hs en la Parroquia Inmaculada Concepción de nuestra localidad. Y nos encomendamos a sus rezos y agradecemos el afecto.

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