Habiéndose conmemorado el pasado 3 de octubre el Día del Odontólogo/a, dialogamos con la profesional Anahí Prieto, quien nos compartió su mirada sobre los desafíos actuales de la profesión, el vínculo con los pacientes y la importancia de seguir apostando por la prevención y la formación continua. Su testimonio nos invita a reflexionar sobre el papel esencial que desempeñan los odontólogos y odontólogas en el bienestar de las personas, no solo desde lo clínico, sino también en la construcción de vínculos de confianza, el acompañamiento en procesos de cuidado y la promoción de hábitos que impactan directamente en la calidad de vida de la comunidad:
A modo de referencia, ¿Qué te llevó a elegir la odontología integral como forma de trabajo?
En lo personal, esta reflexión representa mi manera de trabajar y ejercer mi profesión. Con frecuencia, los pacientes consultan por un motivo específico, pero al realizar la historia clínica y la evaluación física, descubrimos otras condiciones que desconocían o no consideraban relevantes. Es en ese momento cuando, como profesionales de la salud, tenemos la responsabilidad de informarles sobre lo que observamos. A partir de ello, podemos solicitar estudios complementarios que nos permitan alcanzar un diagnóstico más preciso y diseñar un plan de tratamiento integral y personalizado.
¿Cómo definirías la odontología integral en comparación con otras ramas más específicas?
Cuando hablamos de odontología integral, nos referimos a una mirada que va más allá del diente como elemento aislado: observamos la boca y al paciente en su totalidad. En muchos casos, el origen del problema se encuentra en la boca, pero en otros, puede ser consecuencia de patologías preexistentes. Por eso, es fundamental realizar una evaluación general que nos permita comprender el contexto completo. A menudo, esto implica trabajar de manera interdisciplinaria con otras especialidades odontológicas y médicas, para complementar el tratamiento y alcanzar resultados óptimos. Nuestro objetivo no se limita únicamente a la funcionalidad, sino que también abarca la estética, buscando siempre el bienestar integral y duradero del paciente.
Sobre la atención al paciente, ¿Qué importancia le das a la educación del paciente sobre su salud bucal?
Desde la primera consulta, doy especial importancia a conocer los hábitos cotidianos que el paciente mantiene respecto a su salud bucal. A partir de esa observación, busco brindarle herramientas prácticas que le permitan mejorar y sostener una buena salud oral a lo largo del tiempo. Esto incluye enseñar técnicas adecuadas de cepillado, explicar la frecuencia recomendada y destacar la importancia de las visitas periódicas al odontólogo como parte fundamental de la prevención y el cuidado integral.
En cuanto a la prevención y estilo de vida, ¿Qué hábitos cotidianos recomendás para mantener una buena salud bucal?
Para mantener una buena salud bucal, es fundamental realizar un cepillado diario al menos cuatro veces al día. La prevención de caries debe complementarse con el uso de pastas dentales y colutorios que contengan flúor. Es importante incluir el hilo dental en la rutina diaria para una limpieza más completa. Además, se recomienda reducir el consumo de azúcares y alimentos ácidos, ya que estos favorecen el desarrollo de caries y el desgaste dental. El cepillo debe cambiarse cada tres o cuatro meses, y debe desecharse inmediatamente si la persona estuvo enferma. También es aconsejable contar con un kit de higiene personal para utilizar cuando se esté fuera de casa, asegurando así el cuidado bucal en todo momento.
¿Cómo influye la alimentación en la salud dental?, Siguiendo la línea de la pregunta, ¿Qué errores comunes ves en el cuidado dental de los pacientes?
La alimentación influye bastante en algunos pacientes, especialmente en aquellos que consumen alimentos ácidos y grandes cantidades de azúcares en su rutina diaria. Por eso, es fundamental conversar con cada paciente y fomentar hábitos saludables y conscientes, adaptados a su realidad. No sé si llamarlo errores, sino más bien malos hábitos, muchas veces originados por desconocimiento, falta de información o simplemente por falta de tiempo. Además, en ocasiones los pacientes llegan a la consulta con mucho miedo, lo cual también genera consecuencias. Creo que eso es lo que más observo en mi práctica: personas que no acuden al odontólogo por temor a lo desconocido o por experiencias negativas previas, y terminan dejando pasar el tiempo.
Para cerrar y a modo de balance, ¿Qué te inspira cada día en tu trabajo? En este sentido, ¿Cuál es el mayor desafío que enfrentás como profesional de la salud?
Creo que, como todo profesional, es poder transformar la vida de los pacientes: ya sea cambiando un hábito, aliviando un dolor, mejorando no solo su sonrisa, estética y función, sino también fortaleciendo su confianza para que puedan sostener esos cambios en el tiempo. Considero que la odontología siempre ha sido un poco desigual, ya que los altos costos de los tratamientos y la falta de cobertura médica generan que muchas personas en el mundo padezcan diversas enfermedades bucales. Por eso, la prevención y los controles periódicos desde la infancia son fundamentales para garantizar una mejor salud oral a largo plazo.




