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lunes 27 de octubre del 2025

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Demanda clínica creciente

Analia Barreto y Sofía D´Alessandro analizan cómo la complejidad social actual dispara urgencias emocionales y redefine el abordaje clínico en salud mental

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Las licenciadas Barreto y D´Alessandro, junto a la Lic. Cecilia Moreira, coordinan el Servicio de Salud Mental del Hospital Municipal de Gonzales Chaves, donde destacan la importancia de abordajes sensibles e integrales ante el creciente impacto de factores sociales y estructurales en la salud emocional de la comunidad.

 En el mes en que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, dialogamos con las Licenciadas en Psicología Analia Barreto y Sofía D´Alessandro, quienes, junto a la Licenciada Cecilia Moreira, están a cargo del Servicio de Salud Mental del Hospital Municipal Ana P. Elizagaray de Adolfo Gonzales Chaves. Durante el encuentro, las Profesionales compartieron cómo se desarrolla la tarea cotidiana en el área y reflexionaron sobre la complejidad de intervenir frente a una demanda de asistencia en constante crecimiento. Esta demanda está impulsada por un contexto social que atraviesa a las personas en múltiples dimensiones: económicas, culturales, familiares y emocionales. Ante este panorama, se vuelve indispensable ofrecer respuestas integrales y un abordaje sensible, que contemple tanto el sufrimiento subjetivo como las condiciones estructurales que lo originan y lo sostienen:

A modo de reseña e introductorio, desde la experiencia adquirida en el trabajo diario desarrollado desde el Servicio de Psicología del Hospital Municipal, ¿Cuáles son las problemáticas de salud mental más frecuentes que atienden y cómo se relacionan con el contexto social actual?

              ANALIA: Últimamente, tuvimos a principio de año un incremento de pacientes por intentos de suicidio, en gran parte asociados con un cuadro de depresión o consumo, una realidad que se ha sostenido a lo largo de todo el año. Se observa una demanda creciente de atención por parte de personas cada vez más jóvenes, lo que indica que esta situación sería cada vez más frecuente. Luego abordamos casos por distintos cuadros como trastorno de ansiedad, entre otros. En relación al tema de la ansiedad, la adicción sería un síntoma, como tantos otros síntomas de la ansiedad, que están vinculados con aspectos de la personalidad, cuyo origen se asocia al contexto de la persona, su crianza, las circunstancias personales, es decir, una combinación de factores que influyen: formas de vinculación, traumas, entre otros. Otro cuadro que está apareciendo lamentablemente cada vez más, y que también tiene que ver con lo social, son los trastornos que estarían como en el límite entre lo que se considera psicosis (brotes psicóticos) y cuadros más comunes de neurosis, los cuales muchas veces determinan los comportamientos anteriormente mencionados.

              Si bien han pasado cinco años desde el inicio de la pandemia, ¿Consideran que esta ha dejado instalados ciertos comportamientos o miedos que siguen afectando las relaciones humanas en la actualidad?

              SOFIA: Si bien comencé con la atención profesional después de la pandemia, ya que me he recibido hace poco tiempo, considero que esta etapa ha dejado huellas profundas que aún hoy afectan las relaciones sociales. Es algo que se percibe claramente en lo cotidiano: en la forma en que las personas se vinculan, en ciertos temores persistentes, y en una sensibilidad distinta frente a lo grupal y lo afectivo.

              ANALIA: Sumado a lo que plantea Sofía, la pandemia también aceleró los tiempos tecnológicos, y a partir de allí comenzaron a ser más frecuentes otras formas de vincularnos, lo que generó un deterioro en la socialización. Muchas de estas nuevas maneras de relacionarnos se fueron solidificando con el tiempo, y la ansiedad que provoca el uso de ciertos dispositivos, el exceso de información tan rápida y muchas veces desproporcionada, así como la dependencia que generan, se volvió cada vez más evidente. Además, la pandemia disparó cuestiones que ya estaban presentes como base, generándose en muchos casos situaciones de aislamiento. Si bien estos comportamientos han ido menguando, aún persisten rastros de aquel momento, no solo desde lo psicológico sino también desde lo físico. Hay una parte de la población que ha quedado con secuelas a raíz de la pandemia, y eso también impacta negativamente en la calidad de vida.

              SOFIA: Siguiendo la línea de lo que mencionaba Analía en relación a la aceleración de lo tecnológico, se nota con claridad cómo esta conducta se manifiesta mayormente en la población adolescente. Han cambiado significativamente las formas de vincularse, y muchas veces incluso se cuestiona si realmente existe una vinculación. Es una generación atravesada por la tecnología, y eso, en ciertos casos, produce que el aislamiento se arraigue aún más. Hay un acceso constante a la vinculación a través del teléfono, pero no tanto a la vinculación directa.

En cuanto a lo metodológico, ¿Qué enfoques terapéuticos consideran más efectivos en el abordaje de los casos que llegan al Servicio, especialmente en situaciones de vulnerabilidad o urgencia?

              ANALIA: Nosotras, en Guardia, trabajamos principalmente en lo que se conoce como primeros auxilios psicológicos. Esto implica, en muchos casos, ubicar al paciente en tiempo y espacio cuando lo requiere, contenerlo en medio del desborde emocional y ayudarlo a recuperar un estado de calma. En estas situaciones, no siempre se aplica la teoría en su forma más pura, ya que se trata de intervenir sobre lo inmediato, sobre la urgencia. Como mencionaba antes, es una tarea de contención, de sostener al paciente en ese momento crítico, de procurar que se sienta a salvo. A partir de allí, se puede comenzar a pensar en un abordaje más específico, más fino, que le resulte útil a esa persona en particular. Lo que vemos en Guardia es el síntoma, pero el tratamiento implica ir hacia atrás, transitar distintos momentos, y eso requiere tiempo. Es un proceso que se desarrolla más profundamente en el espacio del consultorio externo.

              SOFIA: Si bien yo no realizo guardias, en función de lo que mencionaba Ana, luego se lleva a cabo una evaluación de cada caso en particular. En ese proceso se analizan los aspectos sociales y, si es necesario, se contempla la intervención de otras instituciones y la articulación con distintos profesionales. Esto es fundamental, ya que muchas veces se trata de pacientes que ya están en atención, por lo que se busca la manera de generar un trabajo más articulado y coordinado.

              ANALIA: Siguiendo lo que plantea Sofía, cuando se trata de un paciente que ya está en atención, buscamos generar los canales de comunicación con el psicólogo o psiquiatra responsable de su supervisión. En algunos casos, es necesario realizar una derivación al centro comunitario, al consultorio externo, o gestionar una consulta con algún médico específico. Cabe aclarar que la urgencia también puede ingresar por consultorio externo, o puede tratarse de pacientes que ya están siendo atendidos pero atraviesan un momento de desborde, y se comunican con el espacio donde estamos brindando atención. En estos casos, procuramos que el lugar de primeros auxilios psicológicos sea el hospital, no solo para cuidar al paciente, sino también para resguardar al profesional, contando con las medidas adecuadas para la asistencia. Además, en esa instancia, la urgencia puede ser médica, psicológica o incluso social, por lo que es fundamental abordar la situación de manera integral.

              SOFIA: Justamente, es un diálogo que sostenemos frecuentemente con el equipo, en torno a cómo se perciben cada vez más las angustias vinculadas a cuestiones socioeconómicas. En este sentido, en las Salitas donde yo atiendo se ha incrementado notablemente la demanda de atención por parte de adultos mayores, algo que tiempo atrás no era tan habitual en ese espacio institucional. El detonante principal suele ser la situación económica, muchas veces relacionada con la jubilación, la falta de acceso a la medicación, y la dificultad para cubrir necesidades básicas con lo que perciben mensualmente.

 En cuanto a la dinámica de trabajo y en función a lo que venimos hablando, ¿Cómo articulan el trabajo clínico individual con intervenciones comunitarias o preventivas que respondan a las necesidades de la población asistida?

              ANALIA: En principio, en los Servicios de Psicología la demanda puede ser tanto espontánea por parte del paciente como por derivación médica, desde la guardia o a través de alguna institución interviniente. Una vez que se inicia el proceso de supervisión, tratamos siempre de brindar una atención integral, ya que no se trata únicamente de lo psicológico. Muchas veces los pacientes relatan situaciones que también les están afectando desde lo orgánico. Ante esto, procuramos facilitarles información para que puedan acceder a cuestiones básicas, como una consulta odontológica, por ejemplo. Paralelamente, se realiza el trabajo más específico desde lo psicológico, pero como mencionaba, surgen otras necesidades que es necesario abordar durante el proceso, más allá de que no hayamos sido formadas en ciertos aspectos. Esa orientación, de alguna manera, debe estar presente. Todo convive al mismo tiempo: lo psicológico, lo orgánico y lo social. Tenemos pacientes que han padecido situaciones de violencia en el hogar y han tenido que irse, otros que han sufrido pérdidas materiales como el incendio de su vivienda, o personas que llegan con un padecimiento que han terminado por normalizar. En muchos casos es necesario derivar, o ir orientando al paciente para que pueda establecer una rutina más ordenada, articulando con otras instituciones y distintas actividades, siempre consensuado con el paciente, quien es parte activa de esas decisiones. Solo cuando el paciente se pone en riesgo o pone en riesgo a terceros, lamentablemente debemos actuar por encima de su voluntad, ya que muchas veces no está en condiciones de decidir y se encuentra en peligro. En esos casos, es necesario tomar otras medidas, como contactar a su familia, gestionar una internación o incluso intervenir con la justicia.

              SOFIA: En esas situaciones puntuales a las que hacía referencia Analía, es precisamente donde se fomentan reuniones interinstitucionales o con otros profesionales, con el objetivo de planificar y promover un abordaje integral. Estas instancias de articulación permiten pensar estrategias conjuntas, coordinar acciones y garantizar una respuesta más efectiva frente a problemáticas complejas que exceden el ámbito individual.

              Volviendo a la dinámica de trabajo, ¿Cómo se organiza el trabajo interdisciplinario dentro del Servicio y qué desafíos enfrentan en el día a día?

              SOFIA: En mi caso, desempeño mi labor profesional en las tres Salitas de Gonzales Chaves, distribuyendo mi atención de la siguiente manera: en la Salita 1, los días jueves de 8 a 12 horas; en la Salita 2, los lunes de 9 a 13 horas; y en la Salita 3, los martes de 8 a 12 horas. Además, brindo atención en la Unidad Sanitaria de la localidad de De la Garma, con una carga horaria más reducida, los días viernes durante la mañana.

              ANALIA: En cuanto al funcionamiento del consultorio, junto a la Lic. Cecilia Moreira conformamos un equipo de dos profesionales que atendemos en el área con horarios rotativos, tanto por la mañana como por la tarde, de lunes a viernes. A cada paciente que se presenta, independientemente de que llegue con o sin derivación, se le realiza una entrevista inicial que nos permite evaluar la urgencia de la demanda. El objetivo de esta primera instancia es profundizar en lo que le está ocurriendo, comprender su situación y determinar si requiere atención inmediata, acompañamiento a la guardia, contacto con algún familiar, o si puede esperar entre dos y tres semanas para ser asistido. Este es el modo de trabajo base que implementamos. Una vez iniciada la atención, comenzamos a definir cómo articular el abordaje, siempre con la intención de trabajar en equipo, lo cual resulta fundamental dada la complejidad de muchos casos. Aunque el trabajo es individual con cada persona, este enfoque integral resulta más saludable tanto para el paciente como para nosotras. Entendemos que a los pacientes les suceden múltiples cosas que no se limitan únicamente a aspectos psicológicos o de personalidad. Por eso, a partir de lo que van relatando en el proceso, evaluamos las posibilidades de intervención y articulación en red, como por ejemplo comunicarnos con la escuela en casos de bullying, hablar con la familia o con el equipo de orientación escolar.

              SOFIA: En muchos casos, y en función de lo que relata Ana, cuando se trata de la atención de un paciente menor de edad, es fundamental tomar conocimiento sobre si el Servicio Local está interviniendo en la situación. Esta información permite comprender cómo se ha venido trabajando previamente con el paciente y facilita la posibilidad de reforzar los abordajes ya iniciados.

              ANALIA: También quería agregar que, en cuanto al rango etario de los pacientes que atendemos en el Servicio, está comprendido en su totalidad, sin distinción de edad. Afortunadamente, en los últimos años se han creado otros centros y espacios institucionales que han contribuido a descomprimir la demanda, como el CETIPI, que brinda atención a niños desde el año de vida hasta los 11 años, y el Centro de Día, que trabaja con adolescentes a partir de los 12 años. Si bien en nuestro espacio también atendemos a niños, niñas y adolescentes de todas las edades, en muchas ocasiones realizamos derivaciones a estos dispositivos según la edad del paciente, ya que cuentan con equipos interdisciplinarios que permiten un abordaje más integral y específico para cada etapa del desarrollo. Uno de los grandes desafíos, como mencionábamos anteriormente, en el abordaje interdisciplinario de la salud mental es el trabajo conjunto con otras profesiones. Esto se debe a que la salud mental está atravesada por múltiples dimensiones: psicológica, social, económica, cultural y política. Sin embargo, desde nuestro rol, el enfoque principal debe centrarse en la escucha activa del paciente, en comprender lo que le está ocurriendo, generar un vínculo terapéutico sólido y construir juntos una respuesta significativa a la demanda que ha conducido a la consulta.

              SOFIA: En mi caso, quisiera agregar que, a diferencia de mis compañeras, mi atención está centrada en pacientes a partir de los 11 años. Debido a que cuento con una disponibilidad horaria más limitada, muchas veces son ellas quienes, en la entrevista inicial, pueden realizar las derivaciones de manera más rápida y operativa. No obstante, siempre intento complementar el trabajo conjunto y llevar adelante las entrevistas de la forma más ágil posible. Sin embargo, en algunas ocasiones esto se ve dificultado por la demanda de pacientes que ya se encuentran bajo mi seguimiento, sumado a las derivaciones emergentes que surgen en el día a día.

               A modo de balance, ¿Qué cambios han observado en la demanda de atención psicológica en los últimos años y qué factores principalmente la están impulsando?

              SOFIA: Si bien en mi caso llevo tres años en el ejercicio profesional, he notado un incremento significativo en la demanda de asistencia en salud mental. Muchas veces, esta creciente necesidad está impulsada por factores económicos y sociales que afectan directamente la vida cotidiana de las personas. Tal como mencionábamos anteriormente, el sistema tecnificado y capitalista en el que vivimos tiende a generar rupturas en los vínculos, debilitando redes de contención y afectando la calidad de las relaciones humanas. Cuando se logra contextualizar adecuadamente la situación del paciente, estos aspectos suelen aparecer como el trasfondo o incluso como el disparador de muchas problemáticas que se presentan en la consulta.

              ANALIA: Una de las preguntas que solemos hacerles a los pacientes durante la entrevista inicial tiene que ver con su rutina diaria: qué actividades realizan, si trabajan o estudian, con quién conviven, con quién se vinculan, y cómo organizan su día en los distintos horarios. A partir de ese relato, muchas veces surgen datos significativos que permiten comprender mejor su contexto y estilo de vida. En muchos casos, los pacientes comparten que pasan hasta ocho horas al día utilizando el teléfono celular, lo cual nos brinda indicios sobre sus hábitos, niveles de aislamiento, y posibles dificultades en la construcción de vínculos reales.

              SOFIA: Siguiendo lo que comenta Analia, vemos que el uso excesivo de la tecnología, sobre todo del celular y las redes sociales, puede traer muchos problemas a los pacientes. En sus relatos aparecen dificultades para vincularse con otros, malestar con su imagen corporal por lo que ven en internet, y situaciones de violencia como el bullying. Aunque no siempre lo dicen directamente, cuando se profundiza en lo que cuentan, estos temas suelen estar presentes y muchas veces son el origen o el fondo de lo que les está afectando emocionalmente. Justamente, la ansiedad aparece muy ligada a esta lógica de querer todo de manera inmediata, propia del consumo acelerado que promueve la tecnología.

              ¿Consideran que todavía persiste el prejuicio de que ir a terapia está asociado únicamente a tener «alguna locura» o problemas graves de salud mental?

              SOFIA: Considero que, con el paso del tiempo, se ha ido repensando y rompiendo con la idea de que ir a terapia está asociado únicamente a tener un problema grave o a estar «mal». Si bien en algunas personas ese pensamiento aún puede sostenerse, en general la mirada sobre el hecho de hacer terapia ha cambiado notablemente.

              ANALIA: Si bien coincido con Sofía en que la estigmatización de la terapia ha disminuido notablemente, en algunos casos aún persisten y se siguen sosteniendo 2 cuestiones. Por un lado, la cuestión generacional influye, ya que en algunas franjas etarias sigue habiendo resistencia al tema. Por otro lado, se observa en algunos varones que los mandatos de la masculinidad aprendida dificultan el acceso a la terapia: no se permiten pedir ayuda, expresar emociones, llorar o escucharse, lo que termina afectando su salud integral. En el caso de las mujeres, se observa una mayor flexibilidad respecto al acceso a la terapia. Más allá de la edad, muchas se acercan con mayor naturalidad a estos espacios, lo que refleja, en gran parte, una apertura distinta hacia el cuidado emocional.

              SOFIA: En este sentido, como mencionaba anteriormente, las derivaciones han comenzado a aumentar significativamente, especialmente en el caso de mujeres adultas mayores. Es importante destacar este dato, ya que permite visibilizar una demanda creciente en este grupo etario en los espacios de atención en salud mental.

              Pensando en el futuro, ¿Qué mensaje les gustaría transmitir a la comunidad sobre el cuidado de la salud mental?

              ANALIA: En principio, considero que la salud mental tiene que ver con llevar una vida lo más amplia y equilibrada posible, que no se reduzca a una sola actividad o situación. No puede ser que lo que uno es esté determinado únicamente por el trabajo, los vínculos o el acceso a ciertos consumos. Es importante poder explorar todas esas dimensiones y tratar de mantener un equilibrio en el día a día: el tiempo que se comparte con los demás, el tiempo para uno mismo, y el que se dedica al cuidado de otros y al propio cuidado. En síntesis, se trata de intentar encontrar un balance entre todas las facetas de lo que uno hace y es, y en ese proceso, descubrir y cuidar la mejor versión posible de uno mismo.

              SOFIA: Además, sumando a todo lo que plantea Ana, es fundamental aprender a escucharse a uno mismo y a escuchar al otro. Hoy en día, muchas veces no estamos pudiendo hacerlo, y eso genera una desconexión profunda que impacta en los vínculos, en el bienestar emocional y en la forma en que transitamos lo cotidiano. Saber escuchar es crucial para poder comprender lo que nos pasa, lo que le pasa al otro, y construir espacios de cuidado y acompañamiento más genuinos.

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