Este 1° de agosto, Argentina celebró el Día de la Pachamama, una fecha profundamente arraigada en la cosmovisión de los pueblos originarios, que cada año convoca a miles de personas a reconectar con la naturaleza y agradecer a la tierra por sus dones. Desde las montañas del noroeste hasta los barrios urbanos de Buenos Aires, el país se llenó de rituales, música y espiritualidad.
Ritos milenarios que siguen vivos En diversos puntos del país se llevaron a cabo corpachadas, ceremonias en las que se ofrece a la tierra alimentos, bebidas, hojas secas y otros presentes. El gesto más simbólico consistió en abrir un pequeño pozo en el suelo, donde se depositaron las ofrendas en un acto de profundo respeto. También se realizaron sahumados, cantos ancestrales y rituales de purificación, en los que participaron jóvenes, adultos mayores y comunidades enteras.
La caña con ruda, entre salud y protección Una de las costumbres más difundidas fue beber caña con ruda en ayunas, como protección contra los males y para renovar energías. Esta práctica, que se transmite de generación en generación, es considerada un amuleto natural contra las “mala ondas” del invierno. En muchos hogares argentinos, este ritual se extiende hasta el 15 de agosto, permitiendo que todos puedan sumarse.
Una oportunidad para reflexionar y educar Además de las celebraciones, el Día de la Pachamama fue aprovechado por escuelas, organizaciones y municipios para promover la Educación Ambiental Integral. Se llevaron a cabo charlas, talleres y actividades interculturales que pusieron en valor los conocimientos ancestrales como claves para un desarrollo sostenible y respetuoso con el entorno.
Sabiduría que emociona Un guía espiritual de Tilcara resumió el sentir colectivo con una frase que retumbó entre los cerros: “La Pachamama no se ve, pero se siente. Hoy la despertamos para que nos siga dando vida.”

