Habiéndose conmemorado el pasado domingo el Día Nacional del Teatro, dialogamos con la Profesora Marianina Antonini, reconocida y querida referente en la disciplina, cuya trayectoria se distingue por su riqueza y constante crecimiento. Con orgullo y agradecimiento, nos abre las puertas de su recorrido profesional, compartiendo proyectos, experiencias y una mirada amplia y profundamente personal sobre el teatro y el arte en general. Su visión integral nos invita a comprender el valor de estas expresiones como espacios de encuentro, creación y transformación, que trascienden el escenario para convertirse en parte esencial de la vida comunitaria:
¿Cuál fue el primer impulso que te llevó a elegir el teatro como camino profesional?
Desde la secundaria recuerdo haber hecho teatro con el Profesor Beto Pereyra, una experiencia que siempre disfruté mucho: tomar clases, asistir a talleres y vivir de cerca la práctica teatral, aunque nunca me imaginé dedicarme profesionalmente a ello. En ese momento el teatro no era reconocido como una carrera formal; se podía estudiar para actor o actriz, pero desconocía la existencia del profesorado de teatro. Al terminar mis estudios secundarios me fui a la ciudad de Mar del Plata, donde dudaba entre periodismo deportivo, educación física o teatro, tres áreas que siempre me interesaron para formarme. Al enterarme de que allí estaba la carrera de teatro, decidí inscribirme, una elección tomada por instinto y con el apoyo constante de mis padres. Generalmente, al elegir qué estudiar uno piensa en la salida laboral, pero en mi caso pesaron otras motivaciones que me llevaron a optar por el profesorado de teatro. Al principio tenía poco conocimiento sobre la carrera, y recién en el segundo año logré comprender mejor su orientación, que me fue guiando hacia la educación y la dirección de obras teatrales. Si bien existen distintas ramas, yo elegí focalizarme en la puesta en escena y en lo que significa enseñar teatro dentro del ámbito educativo, especialmente en escuelas primarias.
Por otro lado, en lo que respecta al Profesorado, la formación está más orientada a lo pedagógico que a lo social o comercial de una obra de teatro. En ese sentido, el diseño curricular incluye materias de educación artística en las escuelas —teatro, música y plástica— conformando una propuesta integral. En lo que respecta a Chaves, por suerte en la mayoría de las escuelas el teatro forma parte del diseño curricular, especialmente en el nivel primario, lo que fortalece la presencia de esta disciplina en la educación de los niños.
Siguiendo la línea de la pregunta anterior, ¿Cómo evolucionó tu mirada sobre el teatro desde tus inicios hasta hoy?
Yo creo que ver teatro permite que una persona abra más la cabeza y amplíe su mirada. En mi caso particular, a través del teatro tuve la posibilidad de trabajar en distintos lugares y realizar cursos de formación en Mar del Plata, Buenos Aires y La Plata, experiencias que me enriquecieron, me dieron nuevas herramientas y me ayudaron a construir desde otra perspectiva. Al inicio era muy estructurada en mi forma de trabajar, centrada en el texto y la puesta en sí, pero con el tiempo me fui inclinando hacia el trabajo corporal, hacia la creación y la exploración de lo que le sucede al personaje y cómo se lleva a la escena, es decir, el rol del actor y la empatía con él, siempre con el propósito de hacer teatro de calidad, independientemente de la obra elegida. En este sentido, considero fundamental visibilizar el trabajo actoral. En Chaves, una ciudad donde todos nos conocemos, el teatro tiene además la riqueza de permitir que alguien vaya a ver a una persona conocida y, al mismo tiempo, pueda sorprenderse con lo que esa persona tiene para ofrecer en lo artístico. Asimismo, el hecho de expandirme y trabajar en otros lugares me permitió no encasillarme en una única forma de enseñar, incorporando otros aspectos que considero esenciales. Muchas veces nos quedamos en el discurso, en lo estético o en lo que “debe quedar bonito”, y perdemos justamente la búsqueda y la construcción profunda del personaje.
Si vamos más a lo simbólico, ¿Qué significa para vos el teatro como espacio de encuentro humano más allá del escenario? En este sentido, ¿Hay algún símbolo, objeto o gesto que represente tu manera de enseñar y transmitir el arte teatral?
Yo creo que el teatro, y en particular la forma en que me gusta enseñarlo, implica buscar un equilibrio entre alcanzar la mayor riqueza del actor o actriz para que puedan profundizar en el personaje y, al mismo tiempo, disfrutar plenamente del proceso. Ese equilibrio entre disfrute y compromiso se refleja en quienes se acercan a un taller de teatro como espacio de desconexión, para vencer la timidez o vivirlo como una experiencia terapéutica, de socialización y crecimiento personal, y también en quienes desean dedicarse de manera más profesional. Desde mi rol, intento darle una vuelta de rosca a estas realidades y utilizarlas como disparadores para apuntar hacia un nivel mayor de profesionalidad, es decir, crear propuestas más comprometidas que trasciendan lo meramente recreativo y fortalezcan la construcción artística.
Teniendo en cuenta tu trayectoria, ¿Qué desafíos has encontrado al trabajar en distintos ámbitos (educativos, comunitarios, profesionales)?
Creo que el arte atraviesa profundamente mi vida, y muchas veces me siento agradecida de poder trabajar como profesora de teatro. A la par, hago danza y bailo flamenco en el Club Español de Tres Arroyos, disciplina que inicié en Mar del Plata durante seis años mientras estudiaba allí. También toco instrumentos de música y he tenido mis propias bandas de rock, lo que refuerza que mi vínculo con el arte es integral. Me gusta combinar lo actoral con la danza, ya que el movimiento permite entrar en calor y liberar tensiones del cuerpo. Sin embargo, más allá de mi búsqueda personal, siempre pienso en lo que disfruta el público: muchas veces recurro a lo clásico, a obras realistas o cómicas, porque la gente necesita reír y desconectar, como gran parte de lo que he realizado en Chaves. En algún momento intenté incursionar en otros géneros, aunque no obtuve mucha respuesta, pero entiendo que eso también forma parte del camino artístico.
Siempre intento tomar como punto de partida el interés tanto del público como de los actores. En lo personal, he realizado obras de mi autoría, como cuando hicimos El Conventillo de Marilú, escrita junto a Lucía Groppasonno, donde logramos una gran producción: creamos la escenografía, tuvimos 12 personas en escena y todo fue producción propia, lo cual nos llenó de orgullo. Fue una obra muy especial en la que pudimos fusionar el baile con la historia de los inmigrantes y con las vivencias de cada personaje. Al momento de crear una obra, siempre considero qué ve y qué siente el público, qué le sucede al personaje, y desde la puesta en escena busco que esa experiencia se vuelva significativa y auténtica.
A lo largo del camino recorrido, ¿Hay alguna obra o proyecto que consideres un punto de inflexión en su carrera?
A veces siento que no termino de darme cuenta de todo lo que significa, porque escribo una obra y luego, al verla en escena, la respuesta positiva del público me llena de gratificación. Es algo que surge desde la creación y después cobra vida frente a la gente. Desde el año 2014, cada vez que he presentado alguna obra en Chaves, siempre recibí una respuesta cálida y cercana, lo que me confirma el valor de ese camino. Por eso, más que señalar un punto de inflexión, lo único que tengo son palabras de profundo agradecimiento hacia quienes acompañan y disfrutan de cada propuesta. Por suerte, el apoyo al teatro local siempre está!!
Al momento de crear, ¿Tenés algún referente o fuente de inspiración?
Sinceramente, me cuesta mucho encontrar una obra de teatro que pueda tomar como referente, porque siento que deben tener el entrenamiento necesario para mantener al público presente, generar suspenso y lograr que la historia no sea predecible desde el inicio, sino que invite a simpatizar con algún personaje y mantenga a la audiencia expectante en todo momento. Por eso comencé a escribir mis propias obras, que si bien no son perfectas, contienen los condimentos que a mí me gustan. A su vez, me focalizo en el género de comedia, porque considero que al público le atrae más, ya que la gente disfruta ir al teatro a reírse, aunque sin descuidar la carga emotiva. Para mí, la ecuación ideal es la tragicomedia, porque permite transitar todas las emociones en una misma experiencia teatral.
Con mirada en el presente y futuro, ¿Qué proyectos está desarrollando actualmente? En función de esto, ¿Qué soñas construir a través del teatro en los próximos años?
Actualmente, y cerrando el año, estoy trabajando en San Cayetano en el espacio cultural local con puestas en escena allí. En septiembre retomé el trabajo desde el área del Municipio, cuando Mailén Roche me ofreció coordinar un taller que estamos finalizando ahora. No obstante, mi intención es continuar desde el ámbito independiente y, si todo se da como espero, en enero del próximo año presentar en Chaves dos obras de teatro en las que estoy trabajando junto a actores locales. Una de ellas es Martes 13, que hace dos años presentamos en los Bonaerenses y con la cual habíamos pasado a otra instancia, aunque por cuestiones personales no pudimos concurrir, quedando pendiente su estreno ante el público. La otra es Crónica de un Robo. Ambas tienen un tinte cómico con un marco de suspenso, lo que genera que el público no sepa qué sucederá hasta el final. En total seremos once actores de Chaves en escena, y sigo apostando a que el producto local no se limite únicamente a lo local, sino que podamos profesionalizarnos, movernos y dar a conocer nuestras propuestas en otros lugares, abriéndonos a nuevas oportunidades y públicos.
A modo de reflexión y balance, ¿Algún mensaje que desees agregar?
En principio, siempre deseo que la gente no pierda la oportunidad de acercarse al teatro; si alguien nunca lo hizo, lo recomiendo, ya sea participando en talleres —desde el Municipio o de forma independiente— o asistiendo a ver una obra, porque es una experiencia maravillosa. Es importante que el público siga creyendo en el teatro, apoyando y acompañando el arte local. En lo personal, siempre me he sentido muy acompañada y confío en que eso continuará, porque cada vez que hay una propuesta teatral, el público está presente. Finalmente, agradezco al Nuevo Heraldo por tenerme siempre en cuenta y extiendo mi saludo a todos los colegas y profesores de teatro, en el marco de la conmemoración del Día Nacional del Teatro celebrado el pasado domingo.

(FOTO ARCHIVO: «EL conventillo de Marilú» Agosto 2023. Guión y dirección Lucía Groppasonno, Marianina Antonini)

